Los aires acondicionados de los comercios desafían el plan de ahorro energético

A las siete de la tarde en plena ola de calor, en la calle comercial de Fuencarral (Madrid) ya se puede caminar a la sombra. Los potenciales clientes se refugian en el fresco del interior de las tiendas o caminan rápido de un local a otro. Los pocos que pasean se las arreglan como pueden: “Si caminas pegada a la puerta de las tiendas te da el fresquito”, comentan dos chicas que avanzan por la arteria comercial. Porque de hecho, pese a que el decreto de ahorro energético establece la obligatoriedad de mantener la temperatura controlada, la mayoría tiene las puertas abiertas y muy pocas sitúan los termómetros a la vista.

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