El PSOE cuida las formas pero regala un mes de exposición a Feijóo

Tenía que ser algo muy rápido. El PSOE, al principio, ni siquiera quería que sucediera. Los socialistas estuvieron toda la semana pasada intentando convencer a la opinión pública de que era Pedro Sánchez quien debía intentar la investidura en primer lugar, y no Alberto Núñez Feijóo. Después, a última hora, para evitar un conflicto con el Rey, Sánchez deslizó que no se opondría a que Feijoo se sometiese antes a la votación. Pero la opinión mayoritaria entre los grupos parlamentarios era que sería algo rápido, y se manejaba la próxima semana como fecha probable, para que una hipotética repetición electoral tocara el 17 de diciembre. Pero Feijóo sorprendió a todos pidiendo más tiempo.

Francina Armengol, la presidenta del Congreso, estaba frente a un grave problema. Solo había dos opciones factibles. A mediados de la semana que viene o ya el 26 de septiembre. Una votación de investidura en cualquier fecha intermedia llevaba a que, si finalmente se repetían elecciones, estas fueran en Nochebuena, Nochevieja o el 7 de enero. Inviable. La otra opción era hacerlo a finales de la semana que viene y que los posibles comicios se celebraran entre semana, por ejemplo el 20 de diciembre, miércoles. Pero también era muy complicado: en España siempre se vota en domingo en las generales. Todo, además, suponía abrir una guerra con el PP, que ya había avisado, a través del propio Feijóo, de que daría la batalla si no le daban tiempo para negociar sus apoyos. Los antecedentes señalaban que suele darse un mes al candidato.

Así que después de mucho debate interno, y obviamente con Sánchez detrás de cualquier decisión, Armengol finalmente optó por conceder a Feijóo lo que pedía: tendrá un mes. Con ello, el PSOE se evita un nuevo choque con la derecha, que estaba preparada para acusarle de utilizar las instituciones a su servicio, pero a cambio regala a Feijóo un mes de exposición en el que buscará protagonismo con reuniones, discusiones estratégicas y presentación de sus planes de gobierno. Los socialistas podían haber forzado la máquina y llevar la investidura a la semana que viene, ninguna norma se lo impedía, pero han apostado por evitar esa nueva guerra mediática.

La decisión tiene ventajas para el PP, que quería este tiempo. Pero en el PSOE creen que también las puede tener para ellos, a pesar de que los mensajes que habían lanzado en las últimas horas hacían pensar que optarían por una investidura rápida. Los socialistas creen que Feijóo, lejos de aprovechar este mes para consolidarse y reforzar su posición, se quemará porque quedará muy en evidencia que no puede gobernar. Uno tras otro, los grupos con los que se reunirá le irán diciendo que no le van a apoyar. No logrará un voto más de los 172 que tiene, confían en el PSOE. Y, además, algunas de esas reuniones tendrán costes dentro de la derecha, porque Feijóo tiene intenciones de verse con Junts, por ejemplo, algo que sin duda generará críticas de Vox. Además, el líder del PP quedará cada vez más evidentemente anclado a Vox, como se vio en la rueda de prensa de este martes.

Otra ventaja de esta decisión para los socialistas es que Sánchez y su equipo tendrán más tiempo para negociar de forma discreta su investidura. Ahora el foco se pondrá en el PP, pero mientras tanto el equipo negociador del PSOE, con Félix Bolaños, María Jesús Montero y Santos Cerdán al frente, no estarán quietos. Este mes, mientras públicamente se verán las reuniones de Feijóo con los portavoces, en privado los socialistas multiplicarán sus contactos y ya con papeles encima de la mesa empezarán a buscar la investidura.

Si logran avanzar, la oportunidad para Sánchez podría llegar de forma rápida después de que Feijóo, previsiblemente, fracase, aunque de nuevo las fechas son complicadas. La semana siguiente al 26 serían de nuevo las consultas con el Rey, que esta vez daría el encargo a Sánchez, pero la siguiente tiene en medio el 12 de octubre, así que es más probable empezar a pensar en la otra, la del 17 de octubre, para esa investidura. Lo habitual es arrancar el pleno el martes para que la primera votación sea el miércoles y la segunda, si fuera necesario, el viernes. Aunque en el caso de Sánchez lo lógico sería que saliera investido en primera votación, con el sí de Junts y 178 escaños —mayoría absoluta— o 179 si logra atraerse a Coalición Canaria. Porque Sánchez sólo le vale el voto afirmativo de las formaciones independentistas: no sería suficiente su abstención.

En cualquier caso, el PSOE ya ha salido en tromba a responsabilizar a Feijóo de esta maniobra de dilación. Aunque la decisión final la ha tomado Armengol, queda claro que esto no era lo que los socialistas querían, y lo han hecho porque es lo que ha pedido el PP, al que culpan de que España retrase la formación de gobierno y siga en funciones en plena presidencia europea. Además, la nueva presidenta del Congreso evita así arrancar la legislatura con un conflicto muy duro con Feijóo, con el que tiene buena relación porque ambos han sido muchos años presidentes autonómicos: ella de Baleares y él de Galicia. Ahora los socialistas, acostumbrados a hacer de la necesidad virtud, buscan los aspectos positivos de esta decisión, a pesar de que no era ni mucho menos su plan A. Todo tiene pros y contras. Pero lo que nadie podrá negar es que Feijóo ha ganado su primera batalla porque esto es lo que él quería. Ahora se verá si sabe gestionarlo o, como espera el PSOE, este mes se le hace muy largo.

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